Si leísteis unos post atrás cuando ensalzaba el turismo rural y de montaña como una nueva (aunque no tan nueva) opción de ocio en vacaciones, no creáis que estaba descubriendo nada nuevo, ni que defendía una idea tan extravagante. El llamado turismo de altura esta de rabiosa actualidad, tanto, que ya se ha trasladado a las ciudades, acondicionando edificios de gran altitud para gozar de las vistas de las cities más relevantes del mundo.
Pero claro, al menos para mí, nada como la naturaleza y el aire libre, y practicar esta clase de turismo en los lugares en donde en realidad nació: las altas cumbres. Ya sea en montes o montañas, lo suyo es estar en contacto estrecho con la naturaleza, aunque a mí eso de la escalada aún se me resista un poco; por ahora me atrevo con poco más que el senderismo por algún que otro monte escarpado, pero ya veréis cómo poco a poco me voy especializando, jeje.
Cuando hace un tiempo compartí mi afición en las redes sociales, nunca creí que iba a tener tanta aceptación, pero al poco de hacerlo me encontré que ya tenía un buen grupo de seguidores que comentaban mis escapadas, y poco a poco empezamos a quedar para hacerlo juntos. Luego, el grupo fue creciendo, y gracias a Facebook, Instagram y demás, nuestras experiencias empezaron a llenar muchas páginas de estas redes, y fue gracias a ello que pasó esta anécdota que os voy a contar.
Resulta que por mucho que fuéramos unos frikis de la naturaleza y las actividades al aire libre, somos tíos de nuestro tiempo, y nunca nos vamos al monte sin nuestros móviles. A veces la cosa se pone difícil por falta de cobertura, pero aún así siempre vamos cargados con ellos, y algunos han llegado a llenar sus memorias con contenido, dicen que para verlos cuando hacemos un descanso. Y desde luego que se ven cada cosa que son alucinantes, pero lo mejor fue el día que vimos que uno de nuestros compañeros llevaba en su móvil una colección de videos porno, ¡era alucinante!
Podéis imaginar el cachondeo que se generó con este tío, pero no voy a negar que muchos de nosotros maldecimos por dentro no haber sido uno de nosotros el que tuviera la idea. Y todavía lo rumiaba cuando volvía a mi casa, porque se me había venido a la cabeza que tener sexo en la montaña debía ser la mar de excitante; nunca lo había pensado, pero sin duda sería una experiencia inolvidable, e incluso no tenía por qué ser única, si encontrabas tu alma gemela para esta aventura. De hecho, muchos videos xxx eran sobre parejas que se daban el lote en el campo, en la playa, en un parque… vamos, que el sexo al aire libre no era una cosa tan descabellada.
Y entonces se me ocurrió contar mis pensamientos en las redes sociales, ¿y sabéis qué ocurrió? Que al parecer los pensamientos lujuriosos habían estado presentes en más de una mente y no sólo la mía, porque un montón de tíos salieron comentando que era una idea cojonuda. ¿Y sólo tíos? Pues sorprendentemente no, porque unas cuantas chicas, que seguían nuestro grupo con más o menos asiduidad pero que nunca se animaban a acompañarnos en nuestras escapadas, empezaron a escribir comentarios dándonos ánimos, y más de una dejó caer solapadamente que estaría dispuesta a probar esta nueva forma de hacer montañismo.
Aquella noche nuestras cuentas en un montón de redes ardieron, se recibieron mensajes hasta altas horas de la madrugada. Y yo pensé que valía la pena montar algo así alguna vez, ya que parecía que la idea gustaba tanto, aunque podía ser que todos aquellos hubieron hablado pensando que no se iba a materializar en nada serio. Pero si de mí dependía, pensaba hacer que todas aquellas proposiciones se volvieran realidad.